miércoles, 4 de mayo de 2011

El frío, capítulo 2: Hay gorro bufanda y guante

Tengo de algunos inviernos sensaciones específicas, individualizables, y tengo inviernos en general.
Tengo un invierno trágico que visto a la distancia parece chiste y 24 inviernos felices. Tengo frío y me gusta bastante.

El invierno empieza cuando mi abuelo vuelve a conectar la estufa. Es decir, empezó hace tres días. ¡Despierten!

Cuando esto ocurre, me veo en la obligación de sacar de entre mis cosas gorros y bufandas. Me gusta tener frío y ponerme gorros y bufandas.

Sentirme una cebolla (mmm, cebolla)
escondida detrás de capas de hilo y lana.

Ponerme guantes y sacarme uno para fumar mientras espero el colectivo.
Y volvérmelo a poner, y volvérmelo a sacar porque agarrar las monedas para el bondi con guantes es una tarea sumamente incómoda.

Pisar las hojas secas y hacerlas crujir. Hola cliché. Me gustás.

El instante antes de bañarme, cuando me saco la ropa y tengo frío, y el instante de durante de bañarme, abajo del agua, teniendo calor. Y el instante de después, de vuelta, de invierno.

Me gusta abrazarte antes de dormir, en verano también pero ahora más. Y enroscarte los pies fríos para que se calienten. Odio dormir con medias.

Taparme con setenta y dos frazadas y sentir la cara fría con el frío.

Y sentir frío y tomar una sopa, o un té, o un vino y comer chocolate.

Me gustan mucho las bufandas y los gorros.

Y me gusta escuchar canciones de invierno.


1 comentario:

muchacity dijo...

No poder pagar el bondi con guantes es una de las cosas que me daba más ira en el mundo