domingo, 23 de enero de 2011

pilarpepa reina de los universos

Estamos las tres solas, en silencio, sentadas en el balcón. Desde la vereda de enfrente nos saluda una extraña. Ese edificio está torcido y me da mucho vértigo.
Y sin embargo no importa, porque ella -chiquitita frágil gigante fuerte encendida clara- está en mis brazos, me mira fijo y. La paz.
En sus ojos, celestes casi transparentes de tan nuevitos que son, puedo ver el Universo entero, y en esa vista me lleno y soy inmensamente feliz. Las pupilas son el centro. Alrededor están las galaxias, infinitos puntos brillantes de luces blancas, soles, todos en movimiento constante bailando una ronda.
Y el balcón, la extraña, el edificio del vértigo, todo desaparece en la hipnosis de sus ojos nuevos, que miran y muestran todo, todo lo que importa en verdad.

sábado, 15 de enero de 2011

¿Qué te estaba diciendo?

Me pasa que a veces me ataca una idea y que mi memoria así de cortita como es no la retiene durante mucho tiempo.

Me pasa que tengo un cuaderno (también conocido como bitácora) en el que anoto las sandeces que se me ocurren. Y a veces alguna que otra cosa “importante”, especialmente en estos no-días de verano sin tarea y sin agenda.

Pero pasa que a veces también me olvido de que llevo encima mi cuaderno de anotar esas cosas que no me quiero olvidar.

Y anotar en el cuaderno de cosas que no me quiero olvidar que tengo que anotar en el cuaderno de cosas que no me quiero olvidar las cosas que no me quiera olvidar me suena a una de esas situaciones que podrían hacer explotar al mundo. Por lo menos al mío, que no por pequeño y personal deja de ser sumamente inflamable.

jueves, 6 de enero de 2011

Puerta

¿Te diste cuenta hoy

de que el cielo no es un techo?



Te dejo que lo medites.

martes, 4 de enero de 2011

¿De qué lado estás?

Me compré un vestido rojo LINdísimo, porque me gustaba y para no parecer tanto un nene. Por lo general me da medio igual, pienso, pero ayer no me dio igual, fui y me compré un vestido rojo LINdísimo.

Lo estrené hoy.

Me compré una coca y cuando la abrí se me desparramó sobre la falda de mi vestido rojo LINdísimo. Parece que cuando la traía en la mochila se agitó un poquito.


Conclusión fructífera del día de hoy:


Algunas mujeres nacen para usar vestidos.

Otras mujeres nacemos para tratar de usar vestidos, derramarnos la coca encima de los vestidos, después reirnos de eso, después descubrir que no sabemos cuan nociva es la coca para los vestidos, después tratar de averiguar por internet, y después escribirlo para volverlo a leer y reirnos de nuevo.