Estamos las tres solas, en silencio, sentadas en el balcón. Desde la vereda de enfrente nos saluda una extraña. Ese edificio está torcido y me da mucho vértigo.
Y sin embargo no importa, porque ella -chiquitita frágil gigante fuerte encendida clara- está en mis brazos, me mira fijo y. La paz.
En sus ojos, celestes casi transparentes de tan nuevitos que son, puedo ver el Universo entero, y en esa vista me lleno y soy inmensamente feliz. Las pupilas son el centro. Alrededor están las galaxias, infinitos puntos brillantes de luces blancas, soles, todos en movimiento constante bailando una ronda.
Y el balcón, la extraña, el edificio del vértigo, todo desaparece en la hipnosis de sus ojos nuevos, que miran y muestran todo, todo lo que importa en verdad.
2 comentarios:
Tía baboooooosa!!
Pero es culpa de Pepa!
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