martes, 5 de octubre de 2010

Todos mis muertos

Creo, por carecer de evidencia contraria, que no hay nada después de que la gente -o uno mismo, algún día- se muere. Hay un corazón que deja de latir, unas neuronas que ya no sinapsan, rigor mortis, descomposición, queda del finado lo que alimente a la tierra y a los gusanos. Game over.
No creo tampoco en el cielo, el infierno o el purgatorio.
Sin embargo, yo también hablo con mis muertos, incluso con algunos que no conocí, como mi abuelo Alfredo o Cortázar. Les cuento cosas. Les escribo historias. Los sueño de vez en cuando. Mantengo con ellos conversaciones, y a veces los traigo a otras que tengo con los vivos.
Todo esto sabiendo que ya no existen, que son sólo aquello que yo me acuerdo que eran, o ni siquiera eso.

Yo hablo con muertos.
Yo hablo con recuerdos.

3 comentarios:

alejandra dijo...

yo creo que los muertos de cada uno son ese dios en el que algunos no terminamos de creer, pero tampoco podemos abandonar.

Laureano dijo...

dice mi abuelo
que le digas a tu abuelo
que se pase a tomar unos mates

una dijo...

Hola doña y don!
Coincido totalmente Ale. Cuando era pequeña y no me había dado cuenta de que no tenía evidencias para creer en dios, le hablaba como hablo con mis muertos.
Sobre los mates, Lolo, yo le digo, pero es claro que si me escucha también debe poder leer el blog. ¡Ojo con lo que escribís!

PD: Hace mucho que no los veo che. Deberíamos dejar de organizar mateadas para gente muerta y empezar a organizarlas para gente viva.