viernes, 15 de octubre de 2010

Turú

Clac, clac, clac, clac. Zapato, zapato, zapato, zapato. Debajo de la alfombra el piso, debajo del piso está hueco, cada paso retumba, clac, clac, creo que voy a enloquecer.
Turú, llaman para atención al público, turú, todavía me faltan nueve números, piiip, los turnos de la caja, turú. Creo que voy a enloquecer.
¡Olivera!, grita una señora teñida de rubio, piiip, cajas, una viejita sabe que le toca a ella pero desconoce para dónde tiene que ir, turú, apure doña, que cocodrilo que duerme se queda sin que lo atiendan.
No pasó ni una hora desde que tuve ese impulso violento e incendiario, tantos papeles juntos, turú, tantas chicas de tailleur, piiip, se pelean a codazos disimuladamente por un lugar en mesa -turú- de entradas.
Me nacen ganas de ser karateca y patearles la cabeza a todos. Piiip. Después desalojar el edificio, porque no quiero matar a nadie, y poner -turú, turú, turú- un fósforo en una carpeta. Turú, ya casi, decía, ganas de agarrar el expediente más gordo y más cruel y dejarle -piiip- un fósforo encendido encima. Y que se acaben los papeles, los juzgados, los zapatos de -piiip- taco alto. Los tailleurs. El turbio palacio de Tribunales. Creo que voy a -piiip- enloquecer.
Turú. 145. Esa soy yo.

2 comentarios:

alejandra dijo...

Jejeje. No es fácil la alienación. Maldito sistema!

una dijo...

Pfffffffffff... Sólo puedo decir que todo esto realmente sucedió. Hasta el impulso violento, el cual contuve, claramente, no vaya una a ser calificada de inadaptada social.